El desencanto con la clase política es un sentimiento extendido en la sociedad española. Cada vez son más las voces que claman contra la mediocridad, la corrupción, y el cortoplacismo de nuestros líderes, viendo en ellos a personajes incompetentes, sin valores claros, y sin compromiso real con el bien común. Sin embargo, debemos preguntarnos si esta percepción es justa o, al menos, completa. Desde una perspectiva sociológica, hay que admitir que nuestros políticos no son una clase aparte, ajena a la realidad que vivimos. Son, en esencia, un reflejo de la sociedad que los elige. La política, más que una causa de nuestros males, es un síntoma de ellos.
1. Política y Sociedad: La Distribución Normal de la Inteligencia y el Conocimiento
Para entender cómo la clase política refleja a la sociedad española, es necesario abordar el concepto de la distribución normal o campana de Gauss, que describe cómo se distribuyen la inteligencia y el conocimiento en cualquier población. En una sociedad donde la mayoría de las personas se encuentra en la media y solo un pequeño porcentaje destaca por arriba o por abajo, la clase política no puede ser muy diferente. Si bien podría esperarse que los líderes de una nación fueran los mejores preparados, la realidad electoral es mucho más compleja.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 2023 señala que más del 58% de los españoles consideran que los políticos no son más inteligentes ni preparados que el ciudadano promedio. Esta percepción no es exclusiva de España, pero adquiere relevancia en un contexto donde el esfuerzo intelectual y el conocimiento son cada vez menos valorados. Según el informe PISA de 2022, España se sitúa por debajo de la media de la OCDE en comprensión lectora, matemáticas y ciencias. Si la sociedad no valora la educación y el conocimiento, es poco probable que lo haga su clase política.
2. Un Reflejo de la Ética Colectiva: Corrupción y Carencia de Valores
Más preocupante aún es la correspondencia entre la falta de ética de nuestros políticos y la de la sociedad en general. España ocupa el puesto 35 en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, lo cual no es una buena posición para una democracia avanzada. Pero este problema no se limita a la política; también se refleja en el comportamiento diario de los ciudadanos. Un estudio de la Universidad de Valencia revela que el 42% de los españoles justifican conductas corruptas menores, como aceptar sobornos o favores para obtener ventajas personales.
Los líderes políticos reflejan esta misma falta de integridad. No es de extrañar que los casos de corrupción sean habituales cuando el entorno social no condena —o incluso justifica— ciertas conductas reprobables. En este sentido, la corrupción política no es una anomalía, sino una extensión lógica de los valores presentes en la sociedad que los elige. Si queremos políticos honestos, necesitamos ser, como sociedad, intolerantes a cualquier forma de corrupción, desde la más pequeña hasta la más grande.
3. La Política del «Like»: Cortoplacismo y Decisiones en Base a la Opinión Pública Inmediata
La irrupción de las redes sociales ha intensificado esta conexión entre política y sociedad. En un entorno donde las decisiones políticas se toman en función de su impacto en redes sociales, priorizando las reacciones inmediatas sobre la planificación a largo plazo, estamos viendo cómo la política se convierte en un espectáculo de marketing digital. Un estudio del Pew Research Center muestra que el 55% de los jóvenes entre 18 y 29 años obtienen la mayoría de sus noticias a través de plataformas como Twitter, Instagram o TikTok, donde predomina la inmediatez, la polarización y el sensacionalismo.
Esta tendencia ha transformado la política en una competencia de popularidad, donde los discursos son diseñados para captar la atención momentánea, en lugar de resolver problemas complejos y estructurales. Los políticos, conscientes de esta realidad, ajustan sus estrategias en función de lo que generará más «me gusta», retweets, o visualizaciones, en vez de enfocarse en políticas públicas que verdaderamente respondan a las necesidades del país. Así, la «política con mayúsculas», la que requiere visión de futuro y responsabilidad, está en decadencia.
4. Un Círculo Vicioso de Mediocridad Cognitiva y Ética
Nos enfrentamos a un proceso de retroalimentación negativa donde la política mediática alimenta la mediocridad social y viceversa. En una sociedad que valora poco el conocimiento profundo y el esfuerzo sostenido, no sorprende que la clase política tienda a ser menos competente y más cortoplacista. España es uno de los países europeos con menor inversión en investigación y desarrollo (I+D), destinando solo el 1.2% del PIB, frente al 2.4% de la media de la Unión Europea. Además, según el informe «Education at a Glance» de 2023, el 32% de los jóvenes españoles entre 25 y 34 años no han completado estudios más allá de la educación secundaria.
Esta falta de inversión en educación y en desarrollo intelectual se traduce en una clase política que tampoco valora el conocimiento. Los líderes que buscan soluciones reales a problemas estructurales son sustituidos por aquellos que se especializan en simplificar los debates para obtener resultados inmediatos en términos de popularidad. Así, la política española se convierte en un reflejo de una sociedad que ha olvidado el valor del conocimiento y del esfuerzo.
5. La Ilusión del Control y la Democracia de Baja Intensidad
Muchos ciudadanos sienten que han perdido el control sobre la política, que el sistema es ajeno a sus intereses, o que los políticos no representan sus verdaderas preocupaciones. Sin embargo, como argumenta el sociólogo Ulrich Beck en su obra La Sociedad del Riesgo, este sentimiento de descontrol es, en parte, autoinfligido. La mayoría de las veces, elegimos a nuestros líderes basándonos en criterios de corto plazo, influenciados por campañas de marketing político más que por programas serios y reflexivos. Al preferir líderes que prometen soluciones rápidas, sin importar su viabilidad o sostenibilidad, perpetuamos un ciclo de ineficacia y desconfianza.
La democracia española no es una «democracia de baja calidad» porque el sistema esté defectuoso; es de baja calidad porque los ciudadanos no demandan más de sí mismos ni de sus representantes. En última instancia, nuestros líderes son un reflejo de nuestras propias decisiones y, por ende, de nuestras propias limitaciones como sociedad.
6. Cambiar el Rumbo: Exigir más como Ciudadanos
Si queremos cambiar la política, debemos empezar por cambiar nosotros mismos. Una sociedad que aspire a tener una clase política competente, ética y visionaria debe valorar el conocimiento, el esfuerzo y la integridad. Necesitamos educar a las futuras generaciones en la importancia de la política como herramienta de cambio social, no como un simple concurso de popularidad.
Esto implica una responsabilidad personal y colectiva: exigir de nuestros representantes no solo carisma o buena retórica, sino también un compromiso real con políticas sostenibles y éticas. Y, por supuesto, ser intransigentes con la corrupción en todas sus formas, desde las grandes estafas hasta las pequeñas trampas cotidianas. La excelencia política comienza con la excelencia ciudadana.
Conclusión: La Política como Reflejo y como Posibilidad de Cambio
La clase política en España es, sin duda, un reflejo de nuestras propias debilidades y carencias como sociedad. Pero también puede ser un motor de cambio, si así lo decidimos. No hay soluciones fáciles ni atajos; requerirá tiempo, esfuerzo y una ciudadanía comprometida. Si queremos una política a la altura de los retos del siglo XXI, necesitamos empezar por cambiar los criterios con los que evaluamos y elegimos a nuestros líderes.
Es el momento de dejar de buscar culpables externos y reconocer que, en una democracia, la clase política es el reflejo de la sociedad que la elige. Y esa sociedad somos todos nosotros.
¿Crees que la sociedad española puede cambiar para mejorar su clase política? ¿Qué medidas crees que deberían implementarse para fomentar una política de más calidad y compromiso? Comparte tus ideas en los comentarios.